Se oye decir entre el público:
"Oh, la Diva, oh, qué estupenda, qué voz, cómo canta... es puro talento, es una estrella, es un ángel (...) no, no, ¡es una Diosa!"
Diva, vedette, cantante polimultifacética, showgirl, madame de cabaret... sí, claro que sí... y el pobre pianista, eh? nadie se da cuenta del miedo que pasa cuando le trastocan la canción, le amenazan con ponerle un Casio para tocar o lo peor de todo... LE ROBAN LA COPA?? Es un infierno!
Si no lo escupo reviento: ¿a quién se le ocurre poner a una soprano de ópera en un show de cabaret? ¿eh? a nadie... salvo a ella misma!! Vale que funcionó con Julie Andrews en la película y musical Victor y Victoria, que está de moda fusionar los estilos más peregrinos con desparpajo pero... ¿qué he hecho yo para sufrir un mi bemol intenso y brillante por no decir ensordecedor en medio de un solo de ragtime?
Claro que ahora entiendo el ir y venir de tanto pianista (bueno, solo ir, sí, porque volver no vuelve ni uno) misteriosamente desaparecidos al igual que nuestro prófugo director.
Ahora, no contenta con So in Love, la Prima Donna me tiene secuestrado en mi propio hogar practicando hasta el desfallecimiento la obra completa de Cole Porter... yo pensé que había que interpretar "tan solo" once temas para el musical. Qué ingenuo. Me tiene preparando docenas, cientos de canciones.. que si vamos a hacer gira por caseríos y baserris, que ya verás que nos contratan en Broadway (el de Barakaldo)... no puedo más... ni Salieri fue tan cruel con Mozart
Ya me he desahogado... disculpadme que vuelvo al piano a golpearme la cabeza
Timothy Crazy-Fingers
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